MONEO VS GEHRY

 El documental Elogio de la luz presenta a Rafael Moneo como un arquitecto que entiende la disciplina desde la responsabilidad intelectual y el respeto por el lugar. A lo largo del documental, Moneo insiste en que la arquitectura no debe imponerse mediante gestos llamativos, sino construirse desde la comprensión profunda del contexto, la historia y el uso. La luz aparece como un concepto central, no sólo como fenómeno físico, sino como una manera de hacer visible el orden del espacio y de otorgar sentido a la forma. En esta visión, la arquitectura es un acto de convicción silenciosa más que de exhibición.

El Kursaal de San Sebastián encarna claramente esta postura. En el documental se explica cómo Moneo concibe el proyecto a partir de la relación con el paisaje costero y la desembocadura del río, evitando una arquitectura monumental tradicional. Los dos volúmenes prismáticos, austeros y abstractos, funcionan como piezas autónomas que dialogan con el entorno natural. La envolvente traslúcida permite que el edificio cambie con la luz, reforzando la idea de que la arquitectura debe ser sensible al tiempo, al clima y a la percepción del usuario. El Kursaal no busca ser un objeto icónico, sino una presencia que se integra progresivamente en la ciudad.

Frente a esta actitud, el Guggenheim de Bilbao de Frank Gehry representa una concepción radicalmente distinta de la arquitectura contemporánea. Aunque el documental se centra en Moneo, la comparación con Gehry surge de manera implícita: mientras Moneo defiende la claridad y la continuidad, el Guggenheim apuesta por la espectacularidad formal. El edificio se presenta como una gran escultura urbana, pensada para impactar visualmente y redefinir la imagen de la ciudad. En este caso, la forma adquiere protagonismo sobre el contexto, y la arquitectura se convierte en un acontecimiento en sí misma.

La comparación entre el Kursaal y el Guggenheim revela dos formas opuestas de entender el papel del arquitecto. Desde la perspectiva de Elogio de la luz, Moneo propone una arquitectura reflexiva, donde la luz, el espacio y el lugar construyen significado sin necesidad de estridencias. Gehry, en cambio, encarna una arquitectura expresiva y mediática, capaz de transformar una ciudad desde el impacto visual. Ambos enfoques han demostrado ser influyentes, pero el documental invita a valorar la arquitectura que perdura por su coherencia y su capacidad de diálogo, más que por su fuerza inmediata.


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